25 de abril de 2016

LA HERRADURA (Juegos)

   LA HERRADURA 
       (JUEGOS)
                                          Por: Jorge Godoy
                                         
       
      Encontrar una herradura tirada en el suelo, siempre nos trajo buena suerte
     
      Los tiempos han cambiado, ha cambiado tanto que ya ni se ven herraduras perdidas en las calles.          
      Hace mucho tiempo atrás, cuando eramos chicos, sabíamos encontrar muchas de ellas, enseguida las levantábamos para llevarla a casa, era como un trofeo. Sabíamos que ella era de traer buena suerte para el que las levantara. Solo teníamos que fijarnos bien que esta tuviera siete agujeros, si no tenia siete agujeros, no era de traer suerte. A veces se encontraban de seis y otras de ocho agujeros, estas no nos servían para colgar en la pared de casa, porque solo las que tenían siete agujeros traían buena suerte. 

      Entonces las que no tenían siete agujeros solo nos servían para jugar. ¿Y como jugábamos con ella? Muy sencillo: Hacíamos una raya derecha de un metro, mas o menos en la tierra, para indicar que hasta ahí era el lugar permitido hasta adonde podían llegar nuestros pies, si pisábamos la raya el tiro era invalidado, así que teníamos que tener mucho cuidado de no pisar la raya del suelo. 

      A unos 5 metros clavábamos un hierro largo de un metro en el suelo con un martillo, dejábamos que este sobresalga la mitad y la otra mitad quedaba oculta en la tierra. Podían jugar varios jugadores, por turno iban tirando hasta que la herradura era embocada en el hierro. Se ponía difícil muchas veces, la herradura daba vueltas el hierro y luego se salia de el. Se consideraba un tiro acertado cuando la herradura quedaba cubriendo el hierro. 
      Se jugaba por monedas. Cada jugador ponía una moneda de diez pesos por cada juego, que al final se lo repartían entre los que habían embocado el tiro. 



      Juegos mas, juegos menos, los juguetes de antes eran mas baratos y hasta mas ingeniosos, cuidábamos la ecología y de paso nos ganábamos unos pesos.


                                            FIN



Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.



                       

3 de abril de 2016

VIEJO MOLINO DE AGUA

   
                           VIEJO MOLINO DE AGUA

                                                          

           El viento de la costa, al caer las primeras oscuridades, agita con mas intensidad sus viejas y oxidadas aspas. Como un gigante que nos da miedo, erguido, el, orgulloso, allí delante de nosotros dos, mocosos, lo desafiamos. 

       Primero, a no tenerle mas miedo a su figura sombría, en la oscuridad, y luego, sometiendo a prueba a nuestros oídos, para soportar sus temibles quejidos.

       Dos rebeldes, pequeños de estatura, que nos acercamos con mucho temor pero con gran valentía, hasta tocar con nuestras manos, cada uno, sintiendo la frialdad de sus hierros, apretándolo, intimandolo, a que comprenda de una buena vez que ya no somos tan niños, para seguir creyendo que por las noches horribles de intensos temporales en nuestro campo, todavía nos asustas, como hacías antes, cuando volvíamos asustados, corriendo desesperadamente al refugio de nuestro hogar.
                    


                                                       FIN




Estimado Lector, muchas gracias y sera hasta la próxima entrada.                                                                                            
De:  Jorge Godoy
En Buenos Aires, abril de 2016