25 de abril de 2013

Y EL TIEMPO NOS DEJO UN EUCALIPTO (NOSTALGIA)

Y EL TIEMPO NOS DEJO UN EUCALIPTO



                                            Textos de : Jorge Godoy

   El tiempo se llevo unos cuantos eucaliptos, solo nos quedo uno que conserva todavía su altura, que esta un poco pelado, pero aun tiene ramas largas y hojas elípticas y hasta trompitos para hacer alguna infusión, este que el tiempo nos dejo, no tiene el tronco tan ancho como los otros, bueno por lo menos se descascara y es medio gris, marrón y en algunos lugares hasta tiene vetas negras.  Solo se salvo uno, de casi una docena que estaban plantados en una hilera larga que sabia llegar a unos 70 metros. Este solito quedo en uno de los terrenos que luego se vendieron, entre las casas que se han contruido, pero esta alli, vivo, ojala que sea por muchos años mas, quedo justo en el medio de la manzana.  Algunos eucaliptos viejos, sabían tener mas de un metro de ancho, no había forma de subirlos porque sus ramas recién comenzaban cinco, seis metros mas arriba, vaya a saber del porque estaban plantados de esa manera, quizá debía de cumplir alguna función en beneficio de la casona vieja que estaba cerca y que sirvió de escuela por mas de venticinco años o mas. El tiempo también se llevo a mas de 10 pinos, que eran mucho mas altos, pero estos estaban plantados en 3 hileras. También se llevo al viejo que vivía en la casa de al lado, y a don Miguel el portero de la escuela adonde íbamos y a su señora gorda y rubia, que nos sabia servir el te con leche a las diez en punto, todas la mañanas de lunes a viernes,  con un alfajor de esos que eran de los mas económicos, era el desayuno de nosotros, los alumnos. Se llevo también al tano del quiosco de al lado y al viejo que con un carrito vendía en la puerta de la escuela, pochoclos y tutucas, hasta gofio también y muchas golosinas mas, que venia a la hora de entrada y a la hora de salida, un señor de gorra, morocho, petison, gordo y siempre a medio afeitar. El tiempo con sus dos mandíbulas grandes llena de dientes,  de a poco se fue devorando a todos, a los ranchos de cartón y de chapas de cinc que había por ahí también, a los patos, gallinas de sus fondos y hasta vacas y caballos que pastoreaban entre los baldíos gigantes que quedaban entre casa y casa. El tiempo se llevo hasta el intenso barro y los grandes charcos que se formaban en los días después de la lluvia. 


Estimado lector, muchas gracias y hasta la próxima


 

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